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El pasaje en el que Gabriel García Márquez describió la masacre de Chiquita Brands, antes llamada United Fruit Company

Por estos días este fragmento de Cien años de soledad ha sido recordado por los internautas con ocasión del fallo contra la multinacional del banano.


En el universo narrativo de Gabriel García Márquez se mezclan la voluptuosidad del trópico y la barbarie de la historia colombiana. Foto: Colprensa.


Por estos días, a raíz del fallo de un juez del Distrito Sur de Florida, que condenó a la compañía Chiquita Brands International por financiar a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), una de las escenas más memorables de Cien años de soledad, la novela emblema del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, ha vuelto a la mente del gran público. Se trata de la escena de la masacre de las bananeras, un acontecimiento histórico que en su momento remeció al país y, de alguna manera, dio sustento a la narrativa del escritor colombiano.

Y la conexión entre ambos hechos, separados por casi un siglo, no es caprichosa. En el pasado Chiquita Brands se llamó United Fruit Company y fue con ese nombre que tuvo un rol protagónico en el hecho narrado por García Márquez. Fundada en 1870, la United Fruit Company mantuvo una larga presencia en el mercado colombiano hasta su cese de operaciones en 2004. La Masacre de las Bananeras tuvo lugar cuando la empresa presionó al gobierno colombiano de mandar al Ejército Nacional a reprimir una huelga organizada por el sindicato de sus trabajadores. Las cosas se salieron de control y terminó en un baño de sangre en la plaza principal de Ciénaga, un municipio cercano a Aracataca, el pueblo natal del Nobel.



“El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras le respondieron en el acto. Pero todo parecía una farsa. Era como si las ametralladoras hubieran estado cargadas con engañifas de pirotecnia, porque se escuchaba su anhelante tableteo, y se veían sus escupitajos incandescentes, pero no se percibía la más leve reacción, ni una voz, ni siquiera un suspiro, entre la muchedumbre compacta que parecía petrificada por una invulnerabilidad instantánea. De pronto, a un lado de la estación, un grito de muerte desgarró el encantamiento: «Aaaay, mi madre». Una fuerza sísmica, un aliento volcánico, un rugido de cataclismo estallaron en el centro de la muchedumbre con una descomunal potencia expansiva. José Arcadio Segundo apenas tuvo tiempo de levantar al niño, mientras la madre con el otro era absorbida por la muchedumbre centrifugada por el pánico”, se lee en Cien años de soledad.

Después de su quiebra en la década de 1970, la United Fruit Company se reorganizó como Chiquita Brands International. Su filial en Colombia estuvo vinculada con el paramilitarismo desde finales de la década de 1990, una conexión que fue descubierta por las autoridades en 2004.


Tras un largo proceso legal que comenzó en 2007 con demandas civiles interpuestas por nueve víctimas, la empresa admitió haber realizado dichos pagos entre 1997 y 2004.


Los registros indican que altos directivos de la empresa matriz en Estados Unidos tenían conocimiento de los pagos realizados a las AUC, grupo paramilitar responsable de miles de asesinatos, desapariciones y otros crímenes, por parte de la filial colombiana.



Fuente: "Web El Colombiano, sección Cultura. Junio 12 de 2024"


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